viernes, 29 de noviembre de 2013

 
 
Frases Jaime Sabines (Parte 1)
 
Cuídate mucho, guárdate para mí, quiéreme… Te voy a deshacer a besos, te voy a apretar hasta que no haya nada entre tú y yo, y seamos una sola cosa”
 
 Cada vez que me siento crecer en comprensión y en humildad, me siento crecer en la poesía.
 
 
¿Han visto ustedes un gesto de ternura en el rostro de un loco dormido?
 
 
Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nada y estar en todas partes en secreto.
 
 
No hay que llorar la muerte, es mejor celebrar la vida.
 
 
Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo.
 
 
Me tienes en tus manos y me lees lo mismo que un libro. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo.
 
 
¡Qué rápido contacto el de tus ojos con mi mirada!
 
 
Mi corazón emprende de mi cuerpo a tu cuerpo último viaje.
 
 
Tienes el alma como la piel de los viejos.
 
 
El poema es el momento en que se capta con la sangre el pensamiento de la vida.
 
 
 
(...) Me di cuenta de que tenía que revolucionar; aprender cosas nuevas para no quedarme atrás. Me di cuenta y me rebelé.
 
 
El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable.
 
 
 
 
No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón
Dame ahora tu boca: me la quiero comer con tu sonrisa.
 
 
Hoja que apenas se mueve ya se siente desprendida: voy a seguirte queriendo todo el día.
 
 
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo? Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba...
 
 
 
Eso fue alguna vez porque recuerdo que fue cierto.
 
 
Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte.
 
 
No hay más. Sólo mujer para alegrarnos, sólo ojos de mujer para reconfortarnos, sólo cuerpos desnudos, territorios en que no se cansa el hombre.
 
 
 
Te quiero desde el poste de la esquina, desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas.
 
 
 
Alégrate. En esa profesión del deseo nadie como tú para simular inocencia y para hechizar con tus ojos inmensos.
 
 
 
Después de todo, pero después de todo, sólo se trata de acostarse juntos, se trata de la carne, de los cuerpos desnudos, lámpara de la muerte en el mundo.
 
 
 
En mis labios te sé, te reconozco, y giras y eres y miras incansable y toda tú me suenas dentro del corazón como mi sangre.
 
 
No hay nada que deseé más que odiarte, olvidar tu sonrisa y tus noches de poesía, muérete, acaba ahora con el suplicio de tu moribunda mirada, acaba de un suspiro con la marga incertidumbre de tus lágrimas, y una vez mueras yo moriré contigo.
 
 
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. es posible.
 
 
No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma, de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti.
 
 
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
 
 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario